Entrevista a Martín Macchiavello - Junio de 2023
Información
curricular
Martín Macchiavello es un periodista deportivo
especializado en gráfica que trabaja en el Diario Olé hace 24 años. Estudió en
la Universidad de Buenos Aires y obtuvo el título de Licenciado en Comunicación
Social en el año 1998. Actualmente, es jefe de sección en el diario y escribe
diariamente crónicas, notas de investigación, entre otros tipos de textos. Además,
es docente, trabaja en la Universidad de La Matanza y dio cursos sobre
periodismo deportivo en varias universidades, entre ellas la Universidad de
Mendoza. Es fanático de Lanús, muy reconocido en el mundo granate y participa
de un programa radial partidario que informa sobre la actualidad del club.
Es un mar de pantallas. En una de las islas está el escritorio de Martín. Hay dos biromes apoyadas sobre un papel en blanco, una taza, dos parlantes. No hay casi gente. Llama la atención el contraste entre los espejos negros y el papel “Por esta nueva velocidad, es muy fácil equivocarse, nadie pide disculpas”, dirá “Macchia”, como le dicen los amigos, de la invasión de lo digital. En el 98 se recibía como comunicador social en la UBA, y, al poco tiempo, empezaría a trabajar en el diario Olé. Gesticula y habla enfáticamente “…cuando vos estudias para un parcial de semiótica es como que te estas preparando para una final del mundo”, cuenta sobre su formación. Hoy, además de jefe de sección, es también docente y protagonista de un medio dedicado al club de sus amores, Lanús.
—¿En qué aspectos crees que hay que destacarse para poder tener éxito en
gráfica?
—En principio tenés que ser un gran lector. El que lee mucho y el que lee
bien escribe mucho y escribe bien. Cuantos más recursos te da la lectura,
mayores armas tenés para defenderte. Eso no quiere decir que si no leíste en tu
vida y agarras los libros a los veinte va a ser imposible, pero regalaste
veinte años de ventaja. Y en esto, que hay mucha gente intentando meterse en el
mundillo periodístico dar veinte años de ventaja es muchísimo, salvo que tu tío
sea gerente de Fox o La Nación. En el periodismo no hay mucha meritocracia, hay
mucho amiguismo, hay mucha familia y mucha rosca, mucho lobby. Creo que el que más
lee, el que más le gusta la literatura, tiene más chances de destacarse que aquel
que ojea el diario un domingo a la mañana tomando un café con leche.
—¿Sentis que los periodistas que se vienen son mejores o son peores de los
que están ahora?
—Claramente son peores, en gráfica son peores. Son malos, no son peores,
son malos. Tiene que ver con que cada vez se lee menos y cada vez se entiende
menos. El nivel del colegio ha bajado muchísimo, las exigencias del primario y
secundario han bajado muchísimo. Y después tenés un efecto dominó.
—Como se lee menos, se escribe peor…
—Escriben peor y por otra parte yo creo que hay un gran desinterés. Por la gráfica.
Yo además de trabajar de esto soy docente, entonces uno ve casos de muchos
chicos que, por supuesto, tienen que pasar por gráfica como tienen que pasar
por el resto de los soportes, pero que su sueño no es escribir la mejor
crónica, el mejor análisis de partido o la mejor entrevista. Es pararse frente
a una cámara, ponerse un chupín y decir “Que mal defiende Boca”.
—¿Cómo te preparó la carrera que estudiaste y la universidad, comunicación
social en la UBA, para lo que hacés ahora?
—Ahí yo muchas veces entro en discusión. Siempre hay como una especie de
mala prensa, como que la facultad no te da nada. Yo soy de los que creen que a
pesar de que la carrera es larga, es tediosa, es dura, es muy dura, te hace
repensar permanentemente el qué hago acá, por qué estoy acá, tendría que
haberme puesto un parripollo, por qué no una cancha de padel, a mí me dio
muchísimo. Me dio un complemento a la lectura. Consideraba que cuando vos
estudias para un parcial de semiótica es como que te estas preparando para una
final del mundo. Si estudias en serio
¿no? Si vas para el cuatro estas jugando las eliminatorias. Hay ciertas
materias, ciertas cuestiones, que te obligan a redoblar esfuerzos, a pensar muy
bien las estrategias, a vivir concentrado, cuasi una final del mundial. Desde
ahí, es que a mí me llena de recursos, conocimientos, modos de abordar algo. Hice
una crónica una vez y el editor de aquel momento me encaró y me dijo “¿Qué
carajo te pasa? ¿Tomaste algo?” Porque había metido algo de Eliseo Verón. Y
tenía razón, me había ido al carajo. Pero a veces eso que parece una pérdida de
tiempo a mí me resultó ventajoso. Yo tenía…
—Un plus…
Pero un plus del carajo con respecto al que solamente estudiaba en la
escuela de periodismo deportivo. Pero no por saber más, la facultad te daba
herramientas como para tener miradas no solamente interdisciplinarias, sino que
híbridas. Mezclar, darle a algo, además de un toque deportivo, de una cuestión
que tenga que ver con lo social o lo económico. El fútbol pasa mucho por eso y
uno debe salir de pensar solamente en la pelotita.
—Te egresaste en el 98, fuiste parte del giro hacia lo digital de los
medios gráficos ¿Qué se perdió en el camino? ¿Y qué mejoró?
—Vuelvo a Verón, cambian las condiciones de producción y cambiaron las
condiciones de reconocimiento. Cambia la producción periodística y también el
consumo del periodismo. Arranqué a laburar y en el diario teníamos solamente
dos computadoras con acceso a internet, eran carretas además. Hoy uso Internet
desde el baño del diario. Estoy cagando y estoy buscando datos del diario. Entonces,
a favor, se redujeron los tiempos de elaboración de temas y en contra, hoy
cualquiera puede jugar a ser periodista y con muchísima facilidad pisás el
palito. Antes había como un ejercicio un poco más comprometido, Por esta nueva
velocidad, es muy fácil equivocarse, nadie pide disculpas y lo más preciado que
tenemos que es la credibilidad como que queda dando vueltas. Es más, hasta hay
una especie de divertimento por ver quién dice la boludez más grande. Como si
fuese un pacto entre periodista y lector o periodista y radioescucha.
—¿Cómo sufriste vos estos cambios?
—En marzo del 2009 Olé decide, si bien ya tenía la página web, esa página
simplemente lo que hacía en el 95% de los contenidos clonar lo que salía de
papel y transformarlo en versión web, empezar a crear contenidos exclusivos
para web, y yo soy parte de ese primer equipo. Entonces, a partir de ahí
empiezo a ser anfibio. Viste los anfibios que se acomodan tanto en el agua como
en la tierra. En ese momento empecé con esa doble habilidad. Tener las
posibilidades de seguir escribiendo para papel, que tiene un lenguaje
particular, un público particular y de empezar a escribir para web que tiene
formas particulares, públicos particulares, otras edades, otros gustos. Me
parece igual que hoy terminas siendo como una especie de Rappi. Alguien te pide
y vos le das, y si no le das porque crees que no corresponde o porque no está
bueno, no hay problema, van al medio de al lado.
—¿Cómo te inspiras vos para escribir? ¿Cómo hacés para estimular la
creatividad?
—Yo no tengo método. Son momentos, son etapas. En la línea de tiempo creo
que he cambiado bastante los modos, las maneras. Más que inspirarme, trato de
negociar. Entre, lo que yo quiero hacer y lo que el que está del otro lado,
quiere leer. Voy siempre sobre la cornisa de esa relación. Cuando me preguntan,
yo digo siempre lo mismo. Yo soy escritor de una sola toma. No es que hago un
parrafito, y después voy, me pego una ducha, vuelvo. Yo pongo el ojete frente a
la maquina y arranco. Empiezo y termino. Mi inspiración finalmente es la idea
que se te pasa por la cabeza justo en el momento que estas poniendo la mano
sobre el teclado. No hay mucha vuelta. Fuerte y al medio. Después sí, me doy
una ducha, vengo lo releo y por ahí te lo di vuelta. Antes, me han cagado a
pedos varias veces mis jefes porque no sólo escribía de un tirón sino que hacia
un párrafo único. Yo les explicaba que era una manera de seguir porque entendía
que la oración uno tenía relación con la dos y la dos con la tres y la tres con
la cuatro y que si cortaba, pinchaba el texto.
—La última, ¿qué es lo mejor que escribiste?
—Y… según desde dónde lo veas…
—Puede ser cualquier cosa.
—Tengo uno que fue muy especial para mí, porque tiene que ver con mi vida,
el del dos de diciembre 2007, sobre un Lanús que acababa de salir campeón del
futbol argentino. Ahí conté mi vida. Escribí mi biografía, no hice el papel de.
Hoy habría que actualizarla, pero tranquilamente esa podría ser mi necrológica.
Y lo más interesante, que mis amigos no me creen, es que la escribí tres días
antes, porque yo sabía tres días antes que Lanús salía campeón. Lo tenía re
contra claro. Ese es uno, pero porque es mío. Es muy personal.
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